miércoles, 4 de marzo de 2015

Deconstruyendo a Méntor





Nuestro país es testigo del creciente interés de individuos y organizaciones en la utilización del mentoring como herramienta de desarrollo del talento.
Es muy frecuente, también, escuchar que la palabra mentoring tiene su origen en el rol desarrollado por un individuo llamado Méntor.

¿Pero a qué Méntor nos referimos como origen del mentoring?


El Méntor de Homero

El personaje Méntor aparece por vez primera en el poema épico “La Odisea” de Homero, que relata las aventuras de Odiseo (Ulises), rey de Ítaca, durante su regreso a casa al terminar la guerra de Troya.

Antes de partir para esa larga guerra, Odiseo encargó a su amigo Méntor la protección de su casa.

Méntor era hijo de Álcimo y Asopis. Esta palabra griega se conforma a partir de “Men” que significa “el que piensa” y “tor” que es el sufijo masculino (“trix” es el femenino). Por tanto Méntor significa el hombre que piensa y Méntrix la mujer que piensa.

Muchos autores han transmitido la idea de que el personaje Méntor era un individuo sabio al que Odiseo confió el desarrollo de su hijo Telémaco durante la que sería su larga ausencia. Curiosamente, citan pasajes del poema en los que interpretan que Méntor, en su relación con Telémaco, ejerce con eficacia los roles de sabio consejero, tutor, apoyo, guía confiable y modelo.

Suelen omitir que en esta obra el papel que desempeña el personaje Méntor es, realmente, marginal. De hecho, uno de los papeles protagonistas corresponde al personaje de la diosa Atenea (Minerva), hija de Zeus y diosa de la guerra y de la sabiduría, que es realmente la que desempeña los roles anteriores en favor de su favorito Telémaco. Para ello asume diferentes formas de animales y personas, incluyendo en (solo) dos ocasiones la de Méntor.

No existe ninguna cita en la que el personaje Méntor ejerza con Telémaco ninguno de los roles anteriores. Sí hay citas, por el contrario, que muestran la incapacidad de Méntor para desarrollar la autosuficiencia de Telémaco.

Tampoco citan que Méntor fracasó en el único encargo que recibió de Odiseo: proteger su casa, es decir a su esposa y su riqueza. El poema cita explícitamente la incapacidad de Méntor para desempeñar esas obligaciones que condujeron a la ruina de los bienes de Odiseo y al acoso de varios pretendientes a Penélope, su esposa.


El Méntor de Fénelon

En 1689 el francés François de Salignac de La Mothe-Fénelon escribe “Les Aventures de Télémaque”, que se convirtió en la obra más famosa y re-editada del siglo XVIII, ejerciendo una significativa influencia en la pedagogía de la época. Fénelon era educador, escritor y arzobispo de Cambrai. Luis XIV le nombró tutor de su nieto el Duque de Borgoña, su heredero al trono.

Esta obra pretende ser una continuación de la Odisea de Homero, y constituye una crítica velada al absolutismo de Luis XIV –el Rey Sol– urdida en el relato de la instrucción por Méntor del joven Télémaque. El personaje Méntor de Fénelon conduce a su héroe Télémaque a través de diferentes aventuras con el propósito de ilustrar su tesis de que un monarca debería ser un individuo pacífico, sabio y humilde.

No parece existir duda acerca de que Fénelon se inspiró en sus propias experiencias para diseñar sus personajes Méntor y Télémaque, ya que pasó bastante tiempo en una corte que le repugnaba por su lujuria, avidez de guerra y egoísmo. Tomó partido canalizando sus creencias subversivas, para esa época, a través de su personaje Méntor. Luis XIV se dio cuenta que la obra atentaba contra su autoridad y estilo de gobierno, por lo que decidió desterrar a Fénelon de la corte de Versalles.






Podemos observar que Fénelon y su Méntor representan un arquetipo de dos caras: el mentor como tutor (vía palabras) y el mentor como modelo o ejemplo de actuación (vía acciones). Como tutor, Méntor guía a Télémaque, y Fénelon guía al nieto de Luis XIV. Como tutores, sus palabras ofrecen guía y perspectiva. Como ejemplo de actuación, sus acciones confieren credibilidad y autenticidad a sus palabras.

Lo que hace notable a los personajes, tanto a Fénelon como a Méntor, no es tanto el hecho de que den consejos sabios, sino de que esos consejos estén extraídos de su propia experiencia. Ambos ganaron su sabiduría y autoridad arriesgando su pellejo y tomando responsabilidad.

A sus mentees -y a sus lectores- no solo les dicen cuál es el camino, sino que además se lo muestran… porque ellos ya estuvieron allí.


Conclusiones

La lectura comparada de ambas obras muestra que, en la Odisea, Homero prima las dificultades de Odiseo y apenas da relevancia a la educación de Telémaco. Mientras que en la obra de Fénelon el protagonismo pertenece a Méntor, a través de los muchos ejemplos de consejo, apoyo, sabiduría, educación y guía de Telémaco.

La Odisea de Homero tiene el mérito de crear el personaje y su nombre: Méntor. Sin embargo, las cualidades y atributos que hoy entendemos que posee un mentor cuando hace mentoring apenas se encuentran en esa obra y, desde luego, nunca encarnados en Méntor.

La obra de Fénelon, como continuación de la de Homero, es una obra maestra escrita con una perspectiva educativa. Es Fénelon, no Homero, quien dota a su Méntor de cualidades, atributos y capacidades que podemos observar en la práctica del mentoring actual.

El verdadero Méntor es el creado por Fénelon, no el de Homero, y es el que aparece en Les Aventures de Télémaque, no en la Odisea.

Tener en cuenta estas consideraciones ayudará a reasignar los méritos de Homero y Fénelon para que en el futuro las citas relacionadas con el origen de la palabra Méntor y el concepto de mentoring sean más justas.

La palabra “mentor” llegó a representar una especie de tutor responsable y sabio, es decir, una persona que aconseja, guía, enseña, inspira, reta y corrige, y también sirve como modelo o ejemplo por lo que hace y cómo lo hace.

Me congratula que el mentoring se haya convertido en una herramienta efectiva de desarrollo personal y organizacional.

Nota: Este artículo está inspirado principalmente en “The origins of the term Mentor” de Andy Roberts (1.999)


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