martes, 28 de julio de 2015

La felicidad en el trabajo: ¿mito o realidad?


Durante el pasado mes de junio en A Coruña asistí como ponente al FET 2015, “La V Conferencia Internacional de Felicidad en el Trabajo”. Un encuentro organizado por AEDIPE Galicia y que cuenta con el soporte de varias entidades, entre ellas La Xunta de Galicia y La Fundación Barrié.

Así como en la pasada editorial de esta revista digital os hablaba de “La Empresa Saludable”, en esta quiero compartir alguna de las ideas que presenté, eso sí, con un estilo desenfadado, a los asistentes de este congreso durante las dos horas que duró mi intervención. Para empezar, ya iba siendo hora de que, además de liderazgo y de management, se propusieran temáticas como estas en eventos en los que profesionales de todos los sectores y áreas funcionales se reúnen para compartir y debatir el camino que quieren que sigan las empresas, si pretendemos hacer de ellas proyectos sostenibles en los que trabajar y desarrollarse durante un buen número de años de nuestra vida.

Una de las declaraciones descarnadas que hice para provocar una reflexión sobre la que construir fue: “Si odias tu trabajo, estarás odiando lo que haces la mitad del tiempo que pasas en esta vida”. ¿Es esto lo que queremos? ¿Vamos a dejar que ocurra? Pero…, ¿de verdad se puede ser feliz en el trabajo? SÍ con mayúsculas y en negrita. Y cada día me encuentro con más personas que declaran congruentemente que ellos sí que lo son. Aceptando que no todo en este mundo es un acto de romanticismo y que la mayoría de los mortales necesitamos trabajar para mantener nuestro nivel de vida, se pueden hacer “conexiones en nuestra cabeza” para que tareas, a veces rutinarias y en contextos nada amables, me proporcionen satisfacción y hasta felicidad como consecuencia de la realización personal y un sentido de utilidad y trascendencia.

Cinco son las claves que propuse: La adaptación al medio: la naturaleza, aunque modificable, no se adapta a la especie. Es la especie la que debe adaptarse al medio para sobrevivir. Trabajar desde lo que somos, pero también desde lo que tenemos. Trabajar desde la misión, y no desde la función. Es decir, no pensar tanto en lo que hacemos sino en el “¿para qué lo hacemos?” ¿Qué utilidad tiene lo que hago y a quién beneficia?. El reencuadre: Entrenar para fortalecer el músculo de interpretar la vida de más maneras que esas que con obviedad nos muestran nuestros ojos. Generar vínculo entre los que compartimos un mismo proyecto profesional. Somos animales de manada y necesitamos de la manada para escalar en la pirámide de Maslow. Y, finalmente, la actitud. La felicidad es una actitud frente a la vida, y será ésta, y no la aptitud, la que determinará cuando de alto volemos a lo largo de nuestra existencia. La gente exitosa tan solo es gente ordinaria, pero que ante situaciones tan trascendentales como es la de ser feliz en este mundo, sabe tomar decisiones extraordinarias.

Atesora quiere acompañarte para hacer de tu trabajo un entorno más feliz porque, además, las personas felices son más productivas.

Os deseo mucho éxito en este camino.

Por Jorge Salinas, Presidente de Atesora, para TALENTO

martes, 21 de julio de 2015

El fin del trabajo



“La revolución industrial remodeló el trabajo artesano y gremial existente hasta entonces, en un trabajo mecánico que ocupaba un puesto central en la vida del individuo, tanto en su definición personal como en su forma de vida.

La sociedad de consumo supuso un paso más allá en la evolución de este pensamiento paradigmático, unido a la incorporación y sofisticación creciente de la tecnología.

El progreso tecnológico subvirtió la relación existente hasta entonces entre empleo y productividad, hasta el punto de que la productividad empezó a crecer a medida que el empleo disminuía; según datos del Financial Times “la gente empleada se redujo en la UE entre los años 1970 y 1994 de un 30 a un 20%, y de un 28% a un 16% en EEUU, sin embargo durante este mismo periodo, la productividad industrial aumentó un promedio del 2,5% anual.

Este descenso del empleo en todo occidente, es una tendencia creciente que no tiene visos de remitir durante los próximos años. Un reciente estudio de la Universidad de Oxford augura que el 47% de los empleos que conocemos hoy, serán realizados por máquinas en las dos próximas décadas.

Las nuevas tecnologías junto con la globalización son factores que influyen poderosamente en esta escasez de puestos de trabajo ya hoy, instalándonos de lleno en el post consumo, en la era de la información, donde las nuevas tecnologías y sobre todo, su vasto acceso van a redefinir la manera en la que nos vamos a relacionar con el empleo en el futuro cercano.

Desde esta perspectiva, los retos a los que nos enfrentamos como asesores y facilitadores en outplacement, requieren de nosotros elevar nuestra mirada y encontrar nuevos horizontes, reformular el concepto de “empleo” y delimitar sus nuevos contornos. La gestión del talento pasa hoy por entender, que quien pierde su puesto de trabajo es posible que se enfrente a largos periodos de desocupación laboral, en los que el reciclaje formativo exclusivamente técnico o funcional, ya no es suficiente.

Aspectos como el trabajo sobre la autoestima, el desaprendizaje, la gestión de la incertidumbre y la creatividad, deben formar parte de una nueva visión de la formación, una visión que debe profundizar en el valor intrínseco del individuo, más allá de su ocupación profesional, su posición social o el puesto que ocupa.

La adopción de programas combinados, en los que se trabaje y potencie una multitud de aspectos relevantes para afrontar la situación de desempleo desde una perspectiva global, es un paso necesario para avanzar en unas realidades personales y profesionales cada vez más complejas.

Ante una situación de desempleo, se hace crucial invertir nuestro “capital tiempo” en realizar una revisión completa de nosotros mismos. Se hace necesario un paso por el “dique seco”, paso que debemos aprovechar para examinar y reconocer nuestras necesidades pero también nuestros anhelos, así como nuestras capacidades para afrontar la nueva etapa, maximizando las oportunidades y mejorando nuestra forma física y mental.

El programa Coachplacement® 90 60 90 está diseñado desde esta mirada holística y completa del individuo, trabajando todas las áreas necesarias para gestar una renovación, una evolución que aporte al individuo una visión amplia y diferenciada en la que se integran técnicas de resiliencia, asertividad, autodominio, creatividad y estrategia.

Por Juan Carlos Sánchez, facilitador del programa Coachplacement® 90 60 90.

martes, 14 de julio de 2015

Cómo ganar a “piedra, papel y tijera” o aprendiendo a hacer uso de la experiencia en Mentoring


Probablemente todos hemos jugado alguna vez al popular juego de piedra, papel o tijera con más o menos éxito, ya sea en nuestra infancia o bien para dirimir alguna cuestión más o menos  “trascendental” como a quién le toca recoger la mesa o estar al lado de la barbacoa. La mayoría de nosotros pensaríamos que es un juego en el que sólo el azar determina al ganador, pero parece que nuestras estrategias de pensamiento, razonamiento y actuación son bastante más previsibles de lo que podemos llegar a sospechar y nuestras acciones están fuertemente condicionadas por nuestras experiencias previas.

Recientemente  un grupo de científicos chinos ha identificado una estrategia aparentemente ganadora con independencia de la persona con la que se juegue. A partir de la observación minuciosa de la experiencia de más de 360 estudiantes jugando al popular pasatiempo y después de más de 300 rondas, han identificado determinados patrones de comportamiento en las diferentes  partidas que les ha permitido extraer una serie de conclusiones cuanto menos curiosas:

La primera es que si una persona gana una de las rondas, hay una mayor probabilidad de que escojan la misma opción que les llevó a la victoria.

La segunda observación curiosa es que si una persona pierde 2 o más veces seguidas, no volverá a elegir la opción con la que perdió, eligiendo como alternativa en su lugar el signo que  permita ganar a la elección con la que le derrotaron en la última ronda. Así por ejemplo si una persona ha perdido varias veces seguidas y la última perdió con papel, optará en la siguiente ronda  por elegir tijeras. A este tipo de respuestas condicionales se las denomina estrategias de ganar-mantener y perder-cambiar. Sabiendo esta tendencia, nos permitiría anticipar determinadas respuestas de forma estratégica para prever en el contexto del juego la actuación de los demás.

Lo interesante del propio experimento (doy fe de haberla probado y funciona) no es tanto el carácter “predictivo” del mismo, sino el procedimiento de observación, aprendizaje  y modelado sistemático que siguieron los científicos a partir de la experiencias observadas. Y es precisamente esa capacidad “científica” de aprender y generar conocimiento a partir de la observación de nuestra experiencia, la que se revela como una habilidad fundamental en cualquier proceso de mentoring, en donde las experiencias vividas se convierten en la base sobre la que mentor y mentee trabajan conjuntamente. Tanto mentores como mentees han de ser capaces de observar y obtener valiosos insigths a partir de sus propias vivencias, actuaciones y decisiones.


Hay una serie de elementos comunes en el proceso de mentoring que se relacionan con la actuación de los científicos:

* El aprendizaje sobre la experiencia se basa en la observación y ha de emplearse sistemáticamente y de forma estructurada.

* El objetivo de observar la experiencia es el de extraer y convertir esa experiencia en conocimiento útil y operativo.

* El uso posterior de ese conocimiento nos capacita y nos permite ser más efectivos, conscientes y competentes en aquello que estamos haciendo.

* El nuevo conocimiento obtenido podemos conectarlo con áreas de actuación aparentemente distintas de nuestra vida.

* Poder volver de forma recursiva sobre las mismas experiencias, lejos de parecer tedioso, nos permite identificar, comparar y extraer patrones donde antes sólo había información sin sentido o aparente “azar”.

* Hacer uso de nuestro pensamiento deductivo, inductivo y abductivo de forma integrada es clave para construir conocimiento.

* Cuanto más entrenamos nuestro “músculo de observar” y razonar sobre nuestra experiencia, más efectivos nos volvemos en esta habilidad siendo la base de la mejora, la innovación y el desarrollo continuo.

La capacidad de modelar la experiencia, por tanto, es una de las competencias esenciales que ha de desarrollar cualquier mentor si quiere ejercer de forma efectiva su rol, guiando la atención de sus mentees con el fin de que aprendan de sus propias experiencias y comportamientos. Sin embargo, de manera natural, esta habilidad de observar con curiosidad nuestra experiencia y aprender a partir de ella es algo que como adultos no sabemos hacer sin el entrenamiento adecuado (a pesar de que como niños sí que hemos hecho uso de esta capacidad para aprender cómo funciona el mundo). Investigar y explorar son procesos que conviene entender y saber hacer sistemáticamente durante el proceso de mentoring  y el diálogo que se establece entre mentor y mentee es un espacio especialmente valioso destinado a ello, así como las tareas, ejercicios y herramientas que se utilizan entre sesiones.

Identificar estrategias de actuación, extraer patrones, y emplear nuestra experiencia reflexivamente, son algunas de las cosas que durante el proceso de mentoring conducirán a un mayor nivel de consciencia,  y por ende, a una mayor capacidad de autogestión y mejora sobre lo que hacemos.

El mentor es responsable de activar en sus mentees  el sentido de “curiosidad científica” por explorar y sumergirse en sus experiencias, y para ello el propio mentor previamente ha de haber sido capaz de observar, reflexionar y extraer conocimiento de las suyas propias.

Para aquellos curiosos que quieran experimentar y ver si pueden ganar con el famoso juego de piedra, papel y tijera, aquí os dejo la estrategia de los chinos para que la probéis con vuestros hijos, parejas y/o amigos durante este verano. Quizás os permitan “negociar” con éxito más de un asunto. ¡Os deseo mucho éxito!



Estrategia ganadora


Si en la última ronda has ganado jugando...

* ... Piedra, en esta ronda juega tijera.
* ... Papel, en esta ronda juega piedra.
* ... Tijera, en esta ronda juega papel.

Si en la última ronda has perdido jugando...

* ... Piedra, en esta ronda juega tijera.
* ... Papel, en esta ronda juega piedra.
* ... Tijera, en esta ronda juega papel.

Si tu oponente ha leído esto y en la última ronda has perdido jugando...

* ... Piedra, en esta ronda juega papel.
* ... Papel, en esta ronda juega tijera.
* ... Tijera, en esta ronda juega piedra.


“Aprender de nuestra experiencia en el  presente es la base para nuestro éxito futuro”- Anónimo


                                        Por Miguel Labrador para TALENTO



jueves, 9 de julio de 2015

Talleres que no puedes perderte si perteneces a RRHH


A partir de septiembre volveremos a proponerte nuevas presentaciones y talleres experienciales basados en nuestros programas.

Te adelanto el calendario que desarrollaremos en septiembreoctubre y noviembre, para que lo tengas en cuenta y puedas solicitar tu plaza con tiempo. Te recuerdo que en nuestros Talleres-Presentaciones utilizamos la misma metodología de aprendizaje experiencial que empleamos en nuestros programas. Trabajaremos sobre situaciones reales en formato Real-Play, te llevarás experiencias, distinciones y las valiosas aportaciones del resto de participantes. Será ameno y dinámico.


25 de septiembre: Programa de desarrollo de liderazgo: “Líder - Coach 232®“ 

¿Eres capaz de visualizar los resultados que podrían conseguir tus colaboradores, si facilitases su desarrollo un poquito cada uno de los 232 días laborables del año?

-                Horario: 9:00h – 14:30h
-                Lugar: Hotel en Madrid 
-                Aforo limitado: 15 plazas 
-                Gratuito



27 de octubre: Taller (abierto) de Implantación de Cultura de Mentoring.

Si estás pensando en implantar y/o en revisar algún programa de mentoring, podemos ayudarte a diseñar tu mapa de ruta.

-                Horario: 9:00h – 18:00h
-                Lugar: Hotel en Barcelona 
-                Aforo limitado: 15 plazas
-             Inscripción: 70€ (incluye desayuno, coffee break y comida)



29 de octubre: Taller (abierto) de Implantación de Cultura de Mentoring.

Si estás pensando en implantar y/o en revisar algún programa de mentoring, podemos ayudarte a diseñar tu mapa de ruta.

-                Horario: 9:00h – 18:00h
-                Lugar: Hotel en Madrid 
-                Aforo limitado: 15 plazas
-             Inscripción: 70€ (incluye desayuno, coffee break y comida)



27 de noviembre: MINItaller de Feedback y Valoración Efectivos en el contexto de la Evaluación del Desempeño

Feedback efectivo es, en primer lugar, el que moviliza a tu colaborador a tomar consciencia de sus comportamientos y actitudes, así como las consecuencias de los mismos en términos de productividad y positividad. Y, a continuación, le lleva a diseñar y ejecutar comportamientos y actitudes diferentes, que generarán resultados diferentes.

-                Horario: 9:00h – 14:30h
-                Lugar: Hotel en Madrid 
-                Aforo limitado: 15 plazas
-                Gratuito


Si te interesa participar sólo tienes que enviar tu solicitud a info@atesora.es, especificando el taller-presentación y tus datos: teléfono, email, organización y cargo.


martes, 7 de julio de 2015

De Jefe de Ventas… a Coach de Ventas - (Deja ya de hablar a tus vendedores… y empieza a hablar con ellos)

En este artículo nos referimos al Jefe de Ventas convencional* como un individuo que muestra creencias, actitudes y comportamientos como los que siguen…

Habla a

El Jefe de Ventas convencional, ése que todavía abunda tanto, es un individuo que se comunica con sus vendedores, prácticamente, usando el “modelo decir”.

Es un modelo para “hablar a”. Observa cómo ese Jefe de Ventas se relaciona con su vendedor para “decirle” lo que tiene que hacer, lo que está bien o mal y darle sus soluciones a sus problemas (los del vendedor). Se trata de una comunicación unidireccional.

Desmotiva

Este Jefe de Ventas se sorprende - y lamenta - de la escasa motivación de sus vendedores y, también, de su lento y limitado desarrollo. 
No es consciente de que su modelo de comunicación es, precisamente, el que limita y coarta el despliegue de sus habilidades.

Castra

Se trata de un Jefe de Ventas que no sabe o entiende – tal vez su jefe no se lo explicó y, desde luego, no se lo exige – que su misión principal ya no es seguir vendiendo como cuando era vendedor (probablemente era un vendedor estrella), sino desarrollar las habilidades de sus colaboradores para que (ellos) vendan más y mejor cada día.

No se da cuenta que cada vez que le da una solución a su colaborador le está privando de encontrarla, es decir, de desarrollar su habilidad para analizar la situación - y los elementos que la constituyen – y desplegar su habilidad creativa para diseñar varias opciones de solución que, una vez comparadas y evaluadas, le permitan tomar una decisión por la más adecuada u oportuna. 

El Jefe de Ventas convencional es castrador, porque impide la puesta en práctica de todas estas habilidades y, por tanto, el desarrollo de las mismas.

Somete

El Jefe de Ventas origina y retroalimenta un círculo vicioso de infradesarrollo al mantener la “dependencia” de sus vendedores, cautivos de sus decisiones y soluciones.


Obediencia (“el que se mueva no sale en la foto”)
Simultáneamente el vendedor al que se le ha dicho qué hacer o cuál solución ejecutar, opera en modo irresponsable

Respons-abilidad es, como ya sabes, la (h)abilidad para responder (a las situaciones a las que te enfrentas). Si la respuesta (solución, decisión…) no es del vendedor (es del Jefe) ¿cómo se va a sentir responsable?. El vendedor será, en esta situación, simplemente el ejecutor de una orden o instrucción y, por consiguiente, lo mejor que puede sentir es ser obediente, si cumple correctamente con la instrucción de su Jefe.

Ladrón

La palabra es dura. Pero cuando robas la responsabilidad a tu vendedor le estás despojando de su sentido de compromiso. El vendedor se compromete cuando se siente autor o dueño. Tu colaborador necesita sentir que está participando y para ello espera que, en función de su madurez profesional, le escuches y preguntes su opinión, sugerencia, propuesta o decisión.

Este tipo de Jefe de Ventas parece no darse cuenta de que este modelo comunicativo significa su apropiación de la relación con el cliente. Cada vez que el Jefe de Ventas toma decisiones y soluciones que pertenecen a la relación vendedor-cliente, está saboteando esa relación. Y lo hace porque no asume su nueva misión – desarrollar a su vendedor – y, en su lugar, continúa operando como el vendedor estrella que era. 


Así que se apropia de la relación – otro saqueo a su vendedor. No quiere o, más probablemente, no sabe cómo ser Jefe, así que regresa a sus tiempos de vendedor y se encarga de hacer lo que sabe, y ciertamente lo hace muy bien: vender. 

Pero se ha olvidado de un detalle: la relación con el cliente no es suya… es de su vendedor.

Desempodera (resta poder)

Cuando observo lo que hace este Jefe de Ventas a lo largo de un día completo, porque le acompaño como si fuera un reportero con una cámara de vídeo, es evidente tomar conciencia de la gran cantidad y variedad de decisiones que toma sin corresponderle. Una parte significativa de ellas tiene que ver con la facultad de  modificar precios y condiciones económicas.

No es de extrañar, por tanto, que gran parte de su jornada transcurra con su móvil pegado en la oreja tomando decisiones sobre el particular. Es una forma ineficiente de mantener su control y autoridad sobre sus vendedores. El mensaje es claro: yo tengo la última palabra. Y la consecuencia es evidente: desempodera a su vendedor.

El vendedor se ve obligado a negociar ¡con su jefe! la concesión de determinadas condiciones de venta solicitadas por su cliente. La negociación se ha desplazado del lugar natural (vendedor-cliente) a otro externo (vendedor-jefe) para volver, una vez decidida por el Jefe, al lugar natural. Durante este by-pass el vendedor pierde poder de negociación delante de su cliente, que se da cuenta de que este vendedor no es más que un intermediario entre él y el que decide (el jefe). Debilitar el poder de tu vendedor frente a sus clientes no parece una buena estrategia comercial para una empresa, aunque sí parece serlo para este Jefe de Ventas más interesado en mantener su poder frente a sus colaboradores.

La transformación: de Jefe de Ventas a… Coach de Ventas **

Cuando el Jefe de Ventas convencional se da cuenta de que su modelo no le sirve más que para sobrevivir y sentirse víctima de las dificultades que le acarrea la crisis, los competidores y “sus mediocres vendedores carentes de motivación y compromiso…” 

Cuando decide hacerse responsable y aceptar que lo que no funciona es su modelo y opta por cambiarlo por otro más eficaz y sostenible, entonces… elije transformarse en un Coach de Ventas, ése que se distingue porque…

Habla con

El Coach de Ventas habla con sus colaboradores. Eso significa que practica con profusión e intensidad las habilidades nº1, nº 2 y nº 3 que ha aprendido y que no son otras que la escucha

Coach de Ventas es un excelente escuchador y las pocas veces que se permite abrir su boca es para preguntar. Porque el Coach de Ventas escucha para preguntar. Es decir, pregunta para desarrollar. Sus preguntas no tienen otro sentido que crear nuevas posibilidades para su vendedor y facilitar el desarrollo de las habilidades de éste. 

Coach de Ventas no sermonea ni pontifica. No jefea con su discurso. Cuando quiere decir algo, acciona o utiliza su ejemplo, esa es su forma de liderar, porque él si sabe que los adultos se influencian mucho más por el ejemplo (80%) que por las palabras (20%).  

Dispara motiv-acción

La motivación funciona de “dentro a fuera” (¡no al revés!). Por consiguiente Coach de Ventas facilita que su colaborador despliegue su motivación hablando con él, es decir, escuchando, preguntando y,  de  esta  forma,  facilitando   que   explore  soluciones, las evalúe, decida y ejecute.

Diseña contextos para que surja la motiv-acción de su colaborador.

Autonomía

El Coach de Ventas origina y retroalimenta un círculo virtuoso de desarrollo al disparar y alimentar continuamente la autonomía de sus vendedores, ahora autores de sus decisiones y soluciones.

Desarrollador

Coach de Ventas sabe y entiende que está en nómina, fundamentalmente, para desarrollar el talento comercial de sus vendedores. El ingreso que recibe mensualmente en su cuenta bancaria corresponde al trabajo y a los resultados (ventas) que han conseguido sus vendedores, porque él no vende nada, ya no es vendedor. 

Accountable

El objetivo nº1 de cualquier Coach de Ventas reza así: “Accountable de alcanzar o sobrepasar la cifra de ventas acordada, junto con un determinado margen de beneficio”. 

Observa que accountable es diferente de responsable. Antes hemos visto que Respons-abilidad es la (h)abilidad para responder. La función de vender no le corresponde al Jefe, sino a los vendedores. Por tanto el Jefe no es responsable de vender.

El Coach de Ventas es accountable de conseguir la cifra de ventas. Accountable significa “la responsabilidad de exigir y facilitar la responsabilidad de otro en el ejercicio de su función”.
El Coach de Ventas exige y facilita a su vendedor su responsabilidad de vender (su función).

La función de Coach de Ventas es posibilitar que suceda eso. Y la forma más eficaz y sostenible para que eso tenga lugar, un año sí y otro también, es desarrollando las habilidades comerciales de los que sí están en nómina para hacerlo.

No es nada sencillo dejar de seguir actuando como el vendedor estrella que fuiste y, en su lugar, desempeñarte como un Coach de Ventas utilizando el coaching desarrollativo. Ese es tu gran desafío.

Responsabilidad 

El Coach de Ventas desarrolla continuamente a su vendedor para hacerle responsable. 
Responsable de su desarrollo comercial, de la relación con su cliente y de sus resultados.

No utiliza la presión ni el miedo para obtener obediencia, sino que facilita el crecimiento y afianzamiento del sentido de responsabilidad de su colaborador.

Compromiso

Es muy fácil que tu vendedor elija comprometerse cuando se siente responsable. 

Eso es algo que el Jefe de Ventas ya ha experimentado. Es cierto que los Jefes de Ventas son individuos con elevados índices de responsabilidad y compromiso, porque se han adueñado de las relaciones de sus vendedores con sus clientes.

El Coach de Ventas tiene muy claro que la relación con el cliente pertenece al vendedor y, además, se esfuerza por fortalecerla. Por eso facilita el desarrollo de la responsabilidad y el compromiso de su vendedor con su cliente.

Empoderamiento 

Parece evidente que si Coach de Ventas pretende mantener y fortalecer el vínculo relacional vendedor-cliente necesita ser coherente y, para ello, reforzará progresiva e ininterrumpidamente el poder de su vendedor, conforme éste alcanza los niveles de desarrollo adecuados.

El vendedor se hará acreedor al poder de negociar directamente con sus clientes condiciones económicas. Las atribuciones que el Jefe de Ventas retenía en esta área serán transferidas al vendedor que, ahora, será responsable de gestionar y conseguir objetivos de ventas y beneficio bruto.

El vendedor crece en poder frente a su cliente y éste también se congratula de poder relacionarse con un interlocutor con poder de decisión. La negociación y el acuerdo reside en su lugar natural y es más eficiente.

Pero también crece el poder del ahora Coach de Ventas, que en lugar de dedicar gran parte de su jornada a calcular porcentajes y descuentos puede invertir su atención y energía en actividades más estratégicas y que añadan más valor.


Resumen: tu mejor inversión en 2015

La rapidez con que suceden los cambios tecnológicos facilitan sustancialmente el acceso de los clientes a la información y, por tanto, modifican el proceso de venta. Además el duro entorno económico favorece a las empresas que sean capaces de identificar y responder con mayor agilidad a las necesidades cambiantes de sus clientes. 

La persona de tu organización que está más cerca de los clientes es el vendedor. 
La forma más eficaz y eficiente de invertir en su desarrollo es a través de la persona que dirige su actividad.

La inversión en transformar a tu Jefe de Ventas en un Coach de Ventas es, probablemente, la que rinde un mayor ROI para tu organización: el Coach de Ventas es un desarrollador de talento comercial, disponible para los vendedores de tu organización a jornada completa todos los días del año.

“Si he podido ver más allá que otros es porque me he apoyado en las espaldas de gigantes.” – Isaac Newton

(*) Jefe de Ventas convencional es una expresión utilizada para describir de forma caricaturizada el extremo más ineficiente de creencias, actitudes y comportamientos que puede abrazar un Jefe de Ventas y se utiliza para remarcar las diferencias con el otro extremo más efectivo y excelente: el Coach de Ventas. La realidad muestra que los individuos ocupan diferentes posiciones en el continuo que delimitan ambos extremos. 

(**) Coach de Ventas es el concepto utilizado por Atesora en su programa The Executive Sales Coach- TESC ®.


Escrito por Jaime Bacás - Socio de Atesora
www.atesora.es


viernes, 3 de julio de 2015

Nueva edición de la revista TALENTO (Julio-Agosto 2015)

¡Buenos días a todos!

Queremos compartir con vosotros una nueva edición de nuestra revista TALENTO.

Os invitamos a descubrir si la felicidad en el trabajo es un mito o una ficción y muchas cosas más.

Si quieres ver la revista, pincha aquí



miércoles, 1 de julio de 2015

EMOCIÓN


Hace ya unos cuantos años –no diré exactamente el número para no dar pistas acerca de mi edad ya nada envidiable -, me ganaba los garbanzos como controller estratégico en una notable escuela de negocios de Madrid. Por si a estas alturas de la película alguien anda un poco flojo con el inglés, las traducciones al español que Wordreference.com hace del término controller son “interventor”, “director” y “controlador”.

En justicia, o por lo menos en mi experiencia desempeñando dicho puesto en esa organización en concreto, no se trataba de que interviniera el trabajo de otras personas y mucho menos que las dirigiera. En primer lugar porque, al ser profesionales de su función, la desempeñaban mucho mejor de lo que mis compañeros controllers o yo mismo pudiéramos haberlo hecho. Y en segundo lugar, porque intervenir en un proceso equivale a sacrificar la pureza del control sobre el mismo. Y cuando hablo de control no lo hago desde la fiscalización, sino más bien desde la supervisión y el apoyo.

Ahora sé que da lo mismo cuáles fueran mis intenciones o mi visión particular del cometido. Lo realmente importante es lo que mis compañeros percibían en aquellos momentos, así como la retroalimentación que producía en mí, y las consecuencias perversas que ello tenía en nuestra relación profesional y personal.

No recuerdo quién dijo que un controller es algo parecido a Darth Vader: alguien poderoso que una vez estuvo en el lado bueno, pero que en un momento se vio tentado por el reverso tenebroso de la fuerza, y ahí se quedó. Es evidente que yo no iba por los pasillos con capa negra, casco intimidatorio y respiración asmática como el bueno de Anakin Skywalker, pero lo que puedo asegurar es que el resto de la empresa me miraba como si fuera a aniquilarles desde la Estrella de la Muerte si osaban contrariarme.

No puedo dejar de esbozar una sonrisa cuando recuerdo aquellos años. Me viene a la cabeza una mañana en concreto, cuando me resultó difícil reprimir las lágrimas delante de mi directora. Lo que me hacía muy desgraciado en ese momento no eran los horarios más que dilatados –por aquel entonces culpaba a la empresa de injusta e inhumana, hoy sé que era un problema mío de “workaholismo”-, ni la presión de los objetivos y las reuniones desagradables; lo que me dolía era que los que pocos años atrás habían sido compañeros queridos, divertidos colaboradores y cómplices en alguna salida nocturna, ahora me odiaban, me temían y me insultaban detrás de cada esquina. ¡Dios, qué patético! ¿Te imaginas a Darth Vader haciendo pucheritos porque en realidad a él no le gusta ser malo?

Pero no es mi intención aburrirte en este artículo con mi biografía. En realidad uso esta anécdota para ilustrar, de modo más o menos gráfico, que lo que hacía vivir tensas e infelices a un montón de personas, empezando por mí mismo, era precisamente lo que por entonces me esforzaba en negar: el carácter profundamente emocional del ser humano. Siempre. Desde que nos levantamos. En cualquier caso, entorno y circunstancia. En el ámbito personal, y, especialmente, en el profesional.
Y no quería verlo así porque se suponía que la emoción, esa “cosa” tan pegajosa y sensiblera, no debía estar presente en un trabajo, y menos en una función de referencia y de poder, como allí entendíamos todos la figura del controller. A fin de cuentas, ¿quién no ha oído lo de “…a esta empresa se viene llorado de casa”? ¿O lo de “…aquí las emociones se las deja uno en la puerta”? Menuda estupidez.



¿Alguna vez has pasado una mala noche por causa de un problema de trabajo? ¿Y eso por qué? ¿No hemos quedado en que lo profesional y lo personal están bien delimitados lo uno de lo otro? Y por buscar el ejemplo contrario, si tu hijo estuviera en este momento en el hospital o tú estuvieras en medio de tu propio divorcio, ¿estarías en condiciones de rendir al cien por cien en tu puesto?

Por supuesto que no. Y no puedes porque el ser humano no puede elegir serlo o no en relación a dónde esté en cada momento o lo que esté haciendo en cada instante. El ser humano es un aparato complejo, lleno de componentes físicos que hacen cosas predecibles y que podemos cuidar y entrenar, pero que se engarzan entre sí y se lubrican mediante otros componentes que no son tan conocidos, que son subjetivos, que difieren de una persona a otra y que cambian su composición en virtud de las circunstancias.
Precisamente por eso es tan difícil alinear y motivar personas. Porque cada sujeto está repleto de subjetividades que le impelen a hacer cosas o le disuaden de ello; y además dependen de tantas variables que, si quisiera conocerlas todas, debería  convertirme en el propio sujeto, con su historia, sus experiencias, logros, prejuicios y situación contextual exacta. Y ni siquiera así, puesto que a veces todos hacemos cosas que ni siquiera nosotros mismos somos capaces de explicar desde un punto de vista lógico.

Esto es el fundamento de algo que los coaches conocemos bien, y llamamos carácter tridimensional del ser humano. Algo que no podemos ignorar si queremos ayudar a una persona o una organización a recuperar el equilibrio, y que en mi opinión debería explicarse desde la educación primaria para que nunca se dejara de tener en cuenta.
Y digo equilibrio porque se trata precisamente de eso. De lograr la armonía mediante el contrapeso de fuerzas que operan, seamos conscientes o no de ellas, con gran influencia en nuestro día a día.

Una forma sencilla de verlo es un ejemplo que uso con frecuencia en los talleres que facilito, y consiste en imaginar a una persona como si fuera una mesa que reposa sobre tres patas. Es evidente que cualquier mesa del mundo necesita al menos tres patas de la misma longitud, si deseamos que las cosas que ponemos encima no se caigan al suelo. Vale, excluiré del ejemplo los mostradores, las mesas atornilladas a la pared y algún artilugio sueco de diseño imposible, pero estarás de acuerdo conmigo en que la mayor parte de las mesas del Planeta Tierra tienen al menos tres patas iguales.
Pues, siguiendo con la metáfora, el ser humano es la única mesa que pretendemos que se mantenga en equilibrio sobre una sola pata. Sí, es cierto que tiene tres, pero por algún extraño motivo cultural o herencia social ponemos casi toda nuestra atención en una de ellas, tenemos en cuenta sólo de forma relativa a la segunda y nos olvidamos deliberadamente de la tercera. Una locura, ¿verdad? Porque si hipertrofio una de las tres patas en detrimento de las otras dos, ¿cómo puedo pretender que el sistema esté en equilibrio? Buena pregunta.

La pata hipertrofiada es nuestro componente intelectual. Nuestra capacidad de pensar, reflexionar, establecer vínculos complejos entre los sucesos y sus consecuencias; nuestra habilidad para resolver problemas, coordinar acciones y contextualizar los resultados. El arte, la creatividad, el humor, la espiritualidad, la consciencia acerca de la propia extinción, el concepto de trascendencia. Y, por encima de todos ellos, el lenguaje, la meta herramienta suprema que nos distingue como humanos.

Ésta es una pata muy estudiada, conocida y premiada. Al menos en la sociedad occidental contemporánea, un buen desarrollo intelectual es habitualmente sinónimo de éxito social y económico, y por ello nos sacan de nuestro hogar en los primeros años de vida y se nos somete a un proceso de estudio y competitividad que no finalizará hasta nuestra muerte. Por eso disfrutan de más prestigio social las profesiones con título que las que no lo tienen, y por eso tienden a subir en las organizaciones las personas más capacitadas en lo técnico, aunque frecuentemente sean analfabetas en lo relacional.

Para continuar con el ejemplo de la mesa, nuestra pata intelectual mide dos metros de altura. Lo que viene a significar que, si las otras dos patas no tienen la misma longitud, el equilibrio se verá muy comprometido… y eso es exactamente lo que pasa.

La segunda pata tiene que ver con nuestro cuerpo. La mente no puede existir sin un habitáculo físico, así que la relación entre ambas extremidades es obvia. Sin embargo, aunque los tiempos están facilitando y promulgando un culto al cuerpo que hace pocas décadas no existía –piensa en las empresas que empiezan a tener gimnasio en sus sedes, o en el moderno mobiliario de oficina, tan ergonómico y cuidado-, lo cierto es que la atención y el tiempo que le dedicamos a nuestro propio cuerpo, más allá de hacer una dieta o de correr por las mañanas, está muy lejos de compararse con el que le prestamos a nuestro intelecto. Esto no siempre es así en los casos individuales –me vienen a la cabeza los apolíneos cuerpos de Hollywood-, pero indudablemente sí es así en lo social y organizacional. Y si no te lo crees, corre a pedirle a tu jefe que dediquen ese despacho vacío de la cuarta planta a un gabinete de masajes o a un jacuzzi y verás lo que te dice. Te apuesto un pincho de tortilla y una caña a que la frase termina en “ulo”.



Así que ya tenemos una mesa que se apoya en una pata de dos metros y en otra de, pongamos, noventa centímetros. Si buscábamos el equilibrio, parece que no vamos por buen camino.
¿Y qué sucedería si la tercera pata no solamente estuviera menos atendida que las otras, sino socialmente mal vista? ¿Cómo nos educarían si la sociedad pensara que esa pata sólo es útil en la intimidad, pero contraproducente en lo profesional y muchas veces en lo relacional? ¿No es esquizofrénico pensar que una parte de mí es buena, sana y constructiva con mis padres, pareja o hijos, pero no debo mostrarla con mis colaboradores, jefes o clientes porque me hace vulnerable?

La tercera pata es lo emocional. La palabra emoción es habitualmente confundida con otros términos, como sentimiento o estado de ánimo, pero no significan lo mismo. Por ejemplo, aunque el sentimiento de una persona por su pareja sea “amor” (algo profundo, consciente, estable, macerado a lo largo de años de convivencia y complicidad), ello no sería incompatible con sufrir en un momento determinado una emocionalidad de “celos” (visceral, súbita, breve, instintiva); y también esa persona podría decidir no hacer caso a dicha emocionalidad simplemente recordando los lazos de confianza que le unen con su pareja, es decir, elegiría su estado de ánimo. Aunque parezca lioso y todos estos conceptos tengan muchas zonas comunes, no son iguales.

Me gusta quedarme con la definición etimológica de emoción: e-motĭo, que en latín significa literalmente “lo que me mueve”; es decir, lo que me lleva hacia algo.  Pues lo curioso es que esta tercera pata, que tiene una importancia capital en las acciones y resultados, no sólo está descuidada sino socialmente inhibida. Está mal vista, no parece útil, y usualmente nos sentimos incómodos con ella, especialmente cuando nos desenvolvemos en el área profesional.

Si quieres comprobarlo, haz un reconocimiento positivo a algún compañero de trabajo cuando no se lo espere –bastará un simple “me encanta cómo haces tal o cual cosa”, o un “¡qué bien te sienta ese vestido!”-; verás cómo de repente esa persona se siente en un pequeño compromiso, y le resultará extraño haber recibido ese regalo sin contrapartida aparente. Eso es porque desde niños tenemos programado en la cabeza que, mientras que el reconocimiento negativo –el insulto, la bronca, la descalificación- es frecuente, sea merecido o no, el reconocimiento positivo “gratis” no existe, es decir, que si alguien nos dice algo agradable es porque quiere algo a cambio.

Ésa es la razón por la que tantas veces escucho lo del “…para qué le voy a decir que lo hace bien, si le pago para que lo haga bien…”, o lo del “…no pienso felicitarle, no vaya a ser que se lo crea…”. Buff, parece que a fin de cuentas Darth Vader sí existe…

El ser humano es un sistema tridimensional. Si una de las tres patas sufre, las otras se verán afectadas, así como el equilibrio final. Si esta noche no duermes –pata corporal-, mañana no estarás en tu mejor momento intelectual ni emocional. Si el lunes te juegas algo importante en un examen –pata intelectual-, te verás sujeto a tensión o ansiedad –pata emocional-, que tendrán como consecuencia resultados corporales –insomnio, ardor de estómago…-

Esto es una verdad como un templo, y no es negociable. Da igual si no crees en lo emocional o lo subestimas; es una realidad, actúa sobre ti y sobre el resto, y nos condiciona a todos. Tus colaboradores son seres emocionales, tanto como tu pareja e hijos, y al igual que tú conseguirán logros importantes si se sienten reconocidos y felices, y funcionarán a remolque si sólo obtienen recriminaciones y amenazas, explícitas o veladas.  Todo el tiempo que una persona dedica a defenderse se lo resta a producir o a crear.
No te quepa duda. Organizaciones más felices son organizaciones más productivas, que obtienen negocio y resultados donde otras no llegan. No se trata de alimentar un clima buenista y exento de responsabilidad, pero piensa que en las empresas el sistema espartano quedó muy atrás, al igual que la máquina de escribir y el disco de vinilo.

Si el principal problema empresarial del siglo XXI es la retención del talento, ¿qué estás haciendo tú exactamente para que no huya el tuyo?

Continuará...


Escrito por Iván Yglesias-Palomar para TALENTO.